Muchas
veces los lideres espirituales de las iglesias estamos lamentándonos de la
falta de obreros, y de la calidad espiritual de los miembros de nuestra
congregación. Hemos probado cuanta sugerencia nos dan y otras que nos dan pero
el final es lo mismo, frustración.
Tenemos
que reconocer que hemos violentado la orden original de Jesús de “hacer
discípulos”, lo hemos sustituido por un programa de “educación
cristiana” con toda la buena intensión de integrar el mandato bíblico y las
diferentes corrientes de educación secular. Por lo tanto el reto sigue en pie
tenemos que “hacer discípulos”, no alumnos de escuela dominical.
La Gran Comisión de Dios
“Por
tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el Nombre
del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las
cosas que os he mandado.” Mateo 28:18-20
¿Qué
es un discípulo?
Alguien que ha recibido a Cristo y sigue las enseñanzas de Cristo.
Alguien que esta viviendo como Jesucristo, no simplemente aprendiendo de Jesucristo
Principios de
Crecimiento
¡Todo
organismo sano crece! Dios ha formado en su creación la capacidad inherente de
organismos vivientes sanos a crecer y reproducirse.
Consideremos
como la familia física y espiritual crecen.
El
crecimiento se lleva a cabo mejor en el Contexto de una Familia, pero también
requiere Mucha Alimentación y Entrenamiento Uno-a-Uno.
Efe 4:11 Y
él mismo constituyó a unos, apóstoles; a otros, profetas; a otros,
evangelistas; a otros, pastores y maestros,
12 a fin
de perfeccionar a los santos para la obra del ministerio, para la edificación
del cuerpo de Cristo,
13 hasta
que todos lleguemos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a
un varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de Cristo;
14 para
que ya no seamos niños fluctuantes, llevados por doquiera de todo viento de
doctrina, por estratagema de hombres que para engañar emplean con astucia las
artimañas del error,
15 sino
que siguiendo la verdad en amor, crezcamos en todo en aquel que es la cabeza,
esto es, Cristo,
16 de
quien todo el cuerpo, bien concertado y unido entre sí por todas las coyunturas
que se ayudan mutuamente, según la actividad propia de cada miembro, recibe su
crecimiento para ir edificándose en amor.
En cuanto a la finalidad que asigna a los dones (v.12), distingue como
doble fase: un final inmediato, cual es el de “habilitar” al cristiano para la
obra que le es encomendada, y otro posterior, al que el primero está ordenado,
que es contribuir a la “edificación” de la Iglesia.
En qué consista esta “edificación” de la Iglesia lo va precisando
luego el Apóstol (v.13-16). La idea fundamental la expresa ya en el v.13,
cuando dice que esa labor de edificación debe continuar hasta que “lleguemos
todos a la unidad de la fe y del conocimiento del Hijo de Dios, a la
madurez del varón perfecto, a la medida de la estatura de la plenitud de
Cristo.” Creemos que estos tres incisos, no por todos los autores interpretados
de la misma manera, quieren decir lo mismo, aunque con palabras distintas.
Llegar a la “unidad de fe y de conocimiento del Hijo de Dios,” de modo
que no seamos como niños volubles y sin firmeza en los principios (cf. v.14),
es lo mismo que llegar a “varón perfecto,” es decir, completo y sano en todos
sus miembros, y lo mismo que llegar a “la medida de la estatura del pléroma de
Cristo,” pléroma que no es otra cosa que la Iglesia o Cuerpo místico,
cuya estatura no alcanzará su medida hasta haber conquistado para Dios el
cosmos entero (cf. 3:19). San Pablo habla, pues, de “varón perfecto” en sentido
colectivo, con referencia al Cristo total, compuesto de Cabeza y miembros, no
en sentido personal e individual, con referencia a la perfección o madurez
espiritual a que debe tender cada cristiano. Ese ser colectivo (cf. v.1a y 16)
es el que debe desarrollarse y crecer hasta la meta señalada en el v.13.
Los cinco oficios ministeriales relacionados aquí
son dones que Cristo dio para nutrir y equipar a su Iglesia, no para control
jerárquico o competencia eclesiástica. Más allá de las distintas funciones
desempeñadas por los apóstoles fundadores (véase la nota a 2.20), el NT
menciona suficientes apóstoles adicionales como para indicar que este oficio,
al igual que el de profeta, es un oficio que sigue vigente en la Iglesia, como
los más comúnmente reconocidos de evangelista, pastor y maestro
Jesús
reparte dones “su gracia” a la iglesia.
Estos dones son dados para
Edificación de la Iglesia.(v.13)
Cuya
meta final es que “todos lleguemos a la estatura de la medida del varon perfecto”.
La Escuela dominical es parte del ministerio de
Edificación de la Iglesia, por lo tantos nos urge que cada
“maestro-discipulador” este consiente que su tarea no es “dar una lección” sino
Discipular a sus discípulos, para que encajen en la iglesia, y usen sus dones
para la edificación de la misma.
Nos urge retomar este reto, revisar
nuestros programas, nuestras lecciones, propósitos, para que la Escuela Bíblica dominical cumpla su cometido de "hacer discípulos"
Comité de Educación Cristiana.
